Revista Ciencia y Descubrimiento, Periodicidad: Trimestral, Volumen: 2, Número: 2, Año: 2024 (abril - junio)
Recibido: 10/04/2024
Aceptado: 03/05/2024
Publicado: 05/06/2024
Autor:
Elida Yesenia Bajaña Quintana
https://orcid.org/0009-0002-3215-0444
Universidad Técnica Estatal de Quevedo
Quito – Ecuador
La innovación educativa ha emergido como una estrategia clave para mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje en diversos contextos. En particular, las metodologías activas han ganado popularidad debido a su enfoque centrado en el estudiante, promoviendo la participación activa y el desarrollo de habilidades críticas y colaborativas. El objetivo de esta investigación es analizar el impacto de las metodologías activas en el rendimiento académico de los estudiantes, evaluando cómo estas técnicas influencian su aprendizaje y desempeño en el aula. Se empleó una investigación de tipo cuantitativo, con un diseño experimental de tipo cuasi-experimental. La población estuvo compuesta por estudiantes de educación superior de diferentes carreras. El instrumento principal utilizado fue una prueba de rendimiento académico, complementada con encuestas de percepción sobre la experiencia de aprendizaje. Los resultados indicaron que los estudiantes expuestos a metodologías activas, como el aprendizaje basado en proyectos y el trabajo colaborativo, mostraron un aumento significativo en su rendimiento académico en comparación con aquellos que participaron en métodos tradicionales. Además, los participantes reportaron una mayor motivación y satisfacción con su proceso de aprendizaje. Se concluye, que las metodologías activas tienen un impacto positivo en el rendimiento académico de los estudiantes, al fomentar un aprendizaje más interactivo y participativo. Esta investigación resalta la necesidad de incorporar estrategias pedagógicas innovadoras en las aulas para mejorar la calidad educativa y preparar mejor a los estudiantes para enfrentar los desafíos del siglo XXI.
Palabras clave: Innovación educativa, Aprendizaje activo, Metodologías activas, Rendimiento académico, Educación superior.
Educational innovation has emerged as a key strategy to improve teaching and learning processes in various contexts. In particular, active methodologies have gained popularity due to their student-centered approach, promoting active participation and the development of critical and collaborative skills. The objective of this research is to analyze the impact of active methodologies on the academic performance of students, evaluating how these techniques influence their learning and performance in the classroom. A quantitative research approach was employed, with a quasi-experimental design. The population consisted of higher education students from different fields of study. The main instrument used was an academic performance test, complemented by surveys on students' learning experience. The results indicated that students exposed to active methodologies, such as project-based learning and collaborative work, showed a significant improvement in their academic performance compared to those who participated in traditional methods. Additionally, participants reported higher motivation and satisfaction with their learning process. It is concluded that active methodologies have a positive impact on students' academic performance by fostering a more interactive and participatory learning environment. This research highlights the need to incorporate innovative pedagogical strategies in classrooms to improve educational quality and better prepare students to face the challenges of the 21st century.
Keywords: Educational innovation, Active learning, Active methodologies, Academic performance, Higher education.
La innovación educativa es uno de los pilares fundamentales para mejorar la calidad de la educación en el siglo XXI. En un mundo globalizado y dinámico, donde las tecnologías y las demandas sociales evolucionan rápidamente, es crucial que los sistemas educativos se adapten a estos cambios. En este contexto, la búsqueda de nuevas metodologías que favorezcan un aprendizaje más efectivo y significativo se ha convertido en un desafío constante para educadores e investigadores. En este sentido, las metodologías activas han emergido como una de las estrategias más eficaces para transformar el panorama educativo. Estas metodologías promueven la participación activa del estudiante, el trabajo colaborativo y el aprendizaje centrado en la resolución de problemas, elementos esenciales para el desarrollo de habilidades del siglo XXI.
Numerosos estudios han demostrado que las metodologías activas pueden tener un impacto positivo en el rendimiento académico de los estudiantes, mejorando no solo su comprensión de los contenidos, sino también su capacidad para aplicar lo aprendido en situaciones prácticas. Un ejemplo claro de esto es el estudio realizado por Camacho Marín, (2024), quien argumenta que las metodologías basadas en la resolución de problemas y el aprendizaje basado en proyectos fomentan una mayor implicación de los estudiantes, lo que a su vez se traduce en un mayor rendimiento académico. Este enfoque, al estar centrado en el estudiante, permite que el aprendizaje se convierta en una experiencia más significativa, personal y, por ende, más duradera.
En la misma línea, investigaciones como las de Camacho & Camacho, (2025) han demostrado que las metodologías activas, como el aprendizaje cooperativo y el aprendizaje basado en proyectos, generan entornos más inclusivos, dinámicos y colaborativos, lo que incrementa la motivación y el compromiso de los estudiantes con su proceso de aprendizaje. Además, el estudio de Fernández-Olivero & Simón-Medina, (2022) destaca que las metodologías activas no solo mejoran el rendimiento académico, sino que también favorecen el desarrollo de competencias transversales como el trabajo en equipo, la comunicación efectiva y la capacidad crítica, elementos esenciales para la formación integral de los estudiantes.
Otro aspecto fundamental relacionado con el impacto de las metodologías activas en el rendimiento académico es la relación que estas tienen con las tecnologías digitales. En la era digital, el acceso a la información y las herramientas de aprendizaje se ha vuelto más diverso y accesible. De acuerdo con un estudio realizado por Muntaner-Guasp, et al. (2022), las herramientas tecnológicas no solo complementan las metodologías activas, sino que también enriquecen la experiencia educativa, brindando a los estudiantes nuevas formas de interactuar con los contenidos y entre sí. El uso de plataformas de aprendizaje en línea, foros de discusión y recursos multimedia en el aula se ha convertido en un componente clave de las metodologías activas.
A pesar de estos avances, algunas investigaciones señalan que la implementación efectiva de metodologías activas en las aulas de educación superior enfrenta varios desafíos. Según Villalobos-López, (2022), la resistencia al cambio, la falta de formación docente adecuada y las limitaciones en los recursos tecnológicos son obstáculos comunes que dificultan la aplicación de estas estrategias. Estos problemas, que también se mencionan en el trabajo de Silva, et al. (2024), evidencian la necesidad de contar con políticas educativas que respalden la formación continua de los docentes y la provisión de recursos adecuados para la implementación de metodologías activas.
En cuanto a la relación entre la innovación educativa y el rendimiento académico, diversos estudios muestran que la innovación en el aula, a través de metodologías activas, mejora el aprendizaje en todos los niveles educativos. En particular, un estudio de Bravo, et al. (2022) revela que las prácticas de enseñanza centradas en el estudiante, como el aprendizaje basado en problemas y el aprendizaje cooperativo, son algunas de las que presentan mayor impacto en los resultados académicos. Esto se debe a que estas metodologías promueven una mayor implicación de los estudiantes, quienes pasan de ser receptores pasivos de información a actores activos en su propio proceso de aprendizaje.
En la educación superior, la implementación de metodologías activas puede contribuir significativamente a mejorar el rendimiento académico de los estudiantes. Un estudio realizado por Camacho, et al. (2024) en universidades españolas destaca que el uso de técnicas como el aprendizaje basado en proyectos y el aprendizaje cooperativo contribuye a aumentar la motivación de los estudiantes y mejorar su capacidad para aplicar los conocimientos adquiridos en situaciones reales. En este sentido, los estudiantes desarrollan habilidades como la autonomía, la toma de decisiones y la capacidad de trabajar en equipo, lo que les permite enfrentar con mayor éxito los retos profesionales y personales.
Por otro lado, la relación entre metodologías activas y el desarrollo de habilidades del siglo XXI es un tema ampliamente debatido. Según García-Peinado, (2025), las metodologías activas son esenciales para el desarrollo de habilidades críticas y colaborativas que los estudiantes necesitan en el mundo actual. Estas habilidades, que incluyen la creatividad, la resolución de problemas y la capacidad para trabajar en entornos colaborativos, son cada vez más valoradas en el mercado laboral. La integración de estas habilidades en la educación superior a través de metodologías activas puede tener un impacto significativo en la preparación de los estudiantes para enfrentar los desafíos profesionales que les esperan.
Este estudio se basa en la premisa de que las metodologías activas tienen un impacto positivo en el rendimiento académico de los estudiantes universitarios, pero también se propone explorar cómo estas metodologías pueden influir en el desarrollo de competencias transversales y habilidades del siglo XXI. En este contexto, la investigación se centrará en analizar la relación entre la implementación de metodologías activas en las universidades y el rendimiento académico de los estudiantes, evaluando cómo estos métodos afectan su aprendizaje, motivación y competencias.
Asimismo, se considerará el papel crucial de los docentes en la implementación de metodologías activas. A pesar de los beneficios que estas metodologías pueden ofrecer, su éxito depende en gran medida de la formación y disposición del profesorado. Investigaciones previas, como las de Aguirre-Canales, et al. (2021), han subrayado que la formación continua y el apoyo a los docentes son factores clave para asegurar una implementación efectiva de estas estrategias pedagógicas.
La presente investigación se dirige a llenar un vacío en la literatura actual al proporcionar un análisis detallado sobre cómo las metodologías activas impactan el rendimiento académico en el contexto de la educación superior. De acuerdo con estudios previos, se espera que los resultados de este estudio contribuyan al diseño de estrategias pedagógicas más efectivas, capaces de mejorar tanto los resultados académicos como el desarrollo integral de los estudiantes.
Por último, se plantea la importancia de las políticas educativas en la adopción de metodologías activas. La falta de recursos y apoyo institucional en muchas universidades puede limitar la eficacia de estas metodologías. Así, esta investigación también abogará por una mayor inversión en infraestructura educativa, así como por la creación de políticas que respalden la innovación educativa y el uso de metodologías activas en la enseñanza superior.
Este estudio no solo tiene relevancia en el ámbito académico, sino que también aporta a la mejora de la calidad educativa en las universidades, promoviendo una enseñanza más dinámica, interactiva y centrada en el estudiante. Al analizar el impacto de las metodologías activas en el rendimiento académico, se espera obtener información valiosa que ayude a transformar las prácticas pedagógicas y a ofrecer una educación de mayor calidad y relevancia en el contexto actual.
Características y tipos de metodologías activas en la educación superior
Para Paguay-Guacho, et al. (2022), las metodologías activas han transformado significativamente la educación superior al colocar al estudiante como protagonista del proceso de aprendizaje. Entre las más utilizadas se encuentra el aprendizaje basado en proyectos (ABP), que permite a los estudiantes resolver problemas reales mediante la investigación y la creación de soluciones concretas, fomentando la creatividad, la colaboración y el pensamiento crítico.
Por su parte, el aprendizaje cooperativo se centra en la interacción entre los estudiantes a través de actividades grupales estructuradas, donde cada miembro asume responsabilidades específicas, promoviendo el trabajo en equipo y el desarrollo de habilidades interpersonales. Asimismo, el aprendizaje basado en problemas (ABP) plantea situaciones complejas que los estudiantes deben analizar y resolver, estimulando su capacidad para identificar y comprender problemas, tomar decisiones y aplicar conocimientos teóricos a contextos prácticos.
El modelo flipped classroom, o aula invertida, es otra metodología activa destacada que invierte la estructura tradicional de la enseñanza. En este enfoque, los estudiantes acceden al contenido teórico fuera del aula, a través de lecturas, videos o materiales digitales, para dedicar el tiempo en clase a actividades prácticas, discusiones y resolución de dudas (Camacho, et al. 2024).
Esto fomenta la participación activa, ya que los estudiantes llegan a las sesiones presenciales con una base de conocimientos que les permite involucrarse en tareas más complejas y colaborativas. En conjunto, estas metodologías no solo potencian la participación activa, sino que también desarrollan competencias esenciales para el siglo XXI, como el pensamiento crítico, la autonomía y la capacidad de resolver problemas de manera efectiva.
Impacto de las metodologías activas en el rendimiento académico
La implementación de metodologías activas ha demostrado un impacto significativo en los resultados académicos de los estudiantes en comparación con los métodos tradicionales de enseñanza (Miranda-Bajaña & Choez-Calderón, 2024). Estudios han revelado que los estudiantes que participan en estrategias como el aprendizaje basado en proyectos o el aula invertida logran una comprensión más profunda de los contenidos, gracias a la interacción constante con el material y la aplicación práctica del conocimiento.
A diferencia de las clases expositivas tradicionales, donde los estudiantes suelen desempeñar un rol pasivo, las metodologías activas promueven la participación directa y la construcción del conocimiento a través de experiencias significativas. Esto no solo mejora el rendimiento en evaluaciones académicas, sino que también fortalece habilidades transversales, como la resolución de problemas y el pensamiento crítico.
Además, las metodologías activas influyen positivamente en la retención del aprendizaje y en la capacidad de aplicar los conocimientos en contextos reales. Mientras que los enfoques tradicionales suelen centrarse en la memorización y la repetición, las estrategias activas como el aprendizaje basado en problemas requieren que los estudiantes analicen, interpreten y utilicen el contenido de forma dinámica, lo que contribuye a un aprendizaje más duradero y funcional.
Comparativamente, los estudiantes que aprenden bajo métodos tradicionales pueden tener dificultades para transferir los conocimientos adquiridos a situaciones prácticas, mientras que aquellos expuestos a metodologías activas muestran una mayor capacidad para integrar y aplicar lo aprendido de manera efectiva en escenarios académicos y profesionales. Esto refuerza la importancia de adoptar enfoques innovadores para maximizar el potencial de los estudiantes en su desarrollo académico y personal.
Desarrollo de habilidades del siglo XXI a través del aprendizaje activo
Las metodologías activas desempeñan un papel crucial en el desarrollo de habilidades esenciales que son altamente valoradas en el mercado laboral global. Estrategias como el aprendizaje basado en proyectos y el aprendizaje cooperativo fomentan la resolución de problemas al desafiar a los estudiantes a identificar, analizar y proponer soluciones efectivas para situaciones complejas (Herrera-Pérez & Espinosa-Cevallos, 2024).
Este enfoque práctico no solo mejora su capacidad para abordar retos específicos, sino que también desarrolla el pensamiento crítico al exigirles evaluar información, tomar decisiones fundamentadas y reflexionar sobre los resultados obtenidos. Además, actividades como el trabajo en equipo promueven la creatividad al permitir que los estudiantes colaboren, intercambien ideas y generen soluciones innovadoras, enriqueciendo su experiencia de aprendizaje y fortaleciendo su preparación para contextos profesionales.
Asimismo, las metodologías activas impulsan habilidades interpersonales como la comunicación y el trabajo en equipo, fundamentales en el entorno laboral contemporáneo. Al participar en actividades colaborativas, los estudiantes aprenden a expresar sus ideas de manera clara, a escuchar y valorar las perspectivas de los demás, y a trabajar de forma efectiva hacia objetivos comunes. Estas experiencias les enseñan a adaptarse a equipos diversos, una competencia clave en un mundo globalizado. Además, la exposición constante a dinámicas de grupo y proyectos colaborativos refuerza su confianza y capacidad para liderar o contribuir activamente en contextos profesionales. En conjunto, las metodologías activas no solo mejoran el rendimiento académico, sino que también preparan a los estudiantes para afrontar con éxito los desafíos y demandas del mercado laboral global del siglo XXI.
Desafíos y barreras en la implementación de metodologías activas
La implementación de metodologías activas en las universidades enfrenta diversos obstáculos que dificultan su adopción efectiva. Uno de los principales desafíos es la falta de formación docente específica en estas estrategias pedagógicas. Muchos profesores no están familiarizados con el diseño e implementación de actividades activas, lo que genera inseguridad y dificulta la transición desde métodos tradicionales (Romero-Rueda & Garzón-Lenis, 2023).
Además, la resistencia al cambio, tanto por parte de los docentes como de los estudiantes, representa otro obstáculo significativo. Las metodologías activas requieren un cambio de mentalidad y una mayor implicación por parte de todos los involucrados, lo que puede generar rechazo ante la percepción de un mayor esfuerzo o incertidumbre en los resultados. A esto se suman las limitaciones de infraestructura y recursos, como la falta de espacios adecuados para el aprendizaje colaborativo, acceso restringido a tecnologías educativas y materiales insuficientes, que pueden limitar las posibilidades de implementar dinámicas activas de forma efectiva.
Para superar estos desafíos, es esencial que las universidades adopten un enfoque integral. La formación docente continua y específica en metodologías activas debe ser una prioridad, proporcionando a los profesores herramientas prácticas y acceso a ejemplos exitosos. Asimismo, se deben promover campañas de sensibilización que resalten los beneficios de estas metodologías para fomentar una mayor aceptación entre docentes y estudiantes.
En cuanto a las limitaciones de recursos, es crucial optimizar las infraestructuras existentes, explorar soluciones tecnológicas de bajo costo y buscar alianzas estratégicas que permitan la adquisición de equipos y materiales. Un compromiso institucional claro y el desarrollo de políticas que incentiven la innovación educativa pueden ser clave para superar estos obstáculos y garantizar la efectiva integración de metodologías activas en el ámbito universitario.
Esta investigación tiene un enfoque cuantitativo, con un diseño experimental de tipo cuasi-experimental, ya que se busca analizar el impacto de las metodologías activas en el rendimiento académico de los estudiantes en un entorno controlado, pero sin manipulación aleatoria de los grupos. La población de estudio estuvo compuesta por estudiantes de educación superior de diversas carreras en una universidad, quienes participaron en un programa educativo que incorporó metodologías activas, como el aprendizaje basado en proyectos y el trabajo colaborativo.
Los estudiantes fueron divididos en dos grupos: uno expuesto a las metodologías activas y otro que continuó con métodos tradicionales de enseñanza. Los instrumentos de recolección de datos utilizados fueron una prueba de rendimiento académico que permitió medir el desempeño de los estudiantes antes y después de la intervención, y encuestas de percepción sobre la experiencia de aprendizaje, que proporcionaron información adicional sobre las actitudes, motivación y satisfacción de los estudiantes con las metodologías activas implementadas.
Los procedimientos para la recolección de datos consistieron en aplicar las pruebas de rendimiento académico al inicio y al final del semestre académico para ambos grupos de estudiantes. Posteriormente, se administraron las encuestas de percepción a todos los participantes al final del período, con el fin de obtener datos cualitativos sobre su experiencia con las metodologías activas. Se realizó un análisis estadístico para comparar el rendimiento académico entre los grupos, utilizando pruebas de t de Student para muestras independientes y análisis descriptivos de las respuestas obtenidas en las encuestas. A través de estos procedimientos, se evaluó el impacto de las metodologías activas en el rendimiento académico y la percepción de los estudiantes sobre el aprendizaje.
Los resultados obtenidos a partir de los instrumentos utilizados en la investigación, específicamente los resultados de las pruebas de rendimiento académico y las encuestas de percepción sobre las metodologías activas, fueron analizados para comparar el rendimiento de los estudiantes expuestos a metodologías activas con aquellos que fueron enseñados mediante métodos tradicionales.
Tabla 1:
Promedio de rendimiento académico antes y después de la intervención
Grupo |
Promedio inicial |
Promedio final |
Diferencia promedio |
Grupo con metodologías activas |
6.5 |
8.2 |
+1.7 |
Grupo con métodos tradicionales |
6.4 |
6.9 |
+0.5 |
Fuente: Elaboración propia.
Los resultados de la prueba de rendimiento académico mostraron una mejora significativa en el desempeño de los estudiantes expuestos a las metodologías activas. El grupo que participó en el aprendizaje basado en proyectos y el trabajo colaborativo experimentó un aumento promedio de 1.7 puntos en su rendimiento académico, mientras que el grupo que utilizó métodos tradicionales solo mostró un aumento de 0.5 puntos.
Esto sugiere que las metodologías activas tienen un impacto positivo en el rendimiento académico de los estudiantes, ya que los métodos interactivos y participativos fomentan un mayor compromiso con el contenido y mejoran la comprensión del material.
Tabla 2:
Percepción de los estudiantes sobre su experiencia de aprendizaje
Pregunta |
Respuesta Promedio |
Porcentaje de Aceptación |
¿Consideras que las metodologías activas mejoran tu motivación? |
4.3 |
87% |
¿Te sientes más comprometido con el proceso de aprendizaje? |
4.5 |
90% |
¿Crees que las metodologías activas contribuyen a un aprendizaje más profundo? |
4.4 |
88% |
¿Cómo calificarías tu satisfacción general con las metodologías activas? |
4.6 |
92% |
Fuente: Elaboración propia.
Los resultados de las encuestas de percepción mostraron una fuerte aceptación de las metodologías activas entre los estudiantes. Un 87% de los participantes estuvo de acuerdo en que estas metodologías aumentaron su motivación, un 90% se sintió más comprometido con el aprendizaje, y el 88% opinó que las metodologías activas promovieron un aprendizaje más profundo. Además, el 92% de los estudiantes expresó una alta satisfacción general con las metodologías activas implementadas.
Estos resultados reflejan que los estudiantes perciben las metodologías activas como una forma efectiva y motivadora de aprender, lo que resalta la importancia de adoptar estas estrategias pedagógicas en la educación superior para mejorar tanto el rendimiento académico como la experiencia educativa en general.
Tabla 3:
Comparación de la motivación entre los grupos
Grupo |
Motivación inicial |
Motivación final |
Cambio en la motivación |
Grupo con metodologías activas |
6.1 |
8.5 |
+2.4 |
Grupo con métodos tradicionales |
6.0 |
6.5 |
+0.5 |
Fuente: Elaboración propia.
En cuanto a la motivación de los estudiantes, se observó que el grupo que utilizó metodologías activas mostró un cambio significativamente mayor en comparación con el grupo tradicional. El aumento promedio en la motivación fue de 2.4 puntos para los estudiantes que participaron en el aprendizaje basado en proyectos y trabajo colaborativo, mientras que el grupo con métodos tradicionales solo experimentó un aumento de 0.5 puntos. Este hallazgo refuerza la idea de que las metodologías activas no solo mejoran el rendimiento académico, sino que también tienen un impacto positivo en la motivación de los estudiantes, lo que puede ser un factor clave para su éxito a largo plazo en la educación superior.
Los resultados obtenidos en esta investigación subrayan la efectividad de las metodologías activas en comparación con los métodos tradicionales. El incremento significativo en el rendimiento académico de los estudiantes que participaron en actividades como el aprendizaje basado en proyectos y el trabajo colaborativo respalda la hipótesis de que las metodologías activas fomentan una mayor comprensión del contenido.
Esto coincide con estudios previos que señalan que el enfoque centrado en el estudiante, característico de las metodologías activas, mejora no solo la retención del conocimiento, sino también la capacidad de los estudiantes para aplicar lo aprendido en situaciones prácticas. Además, los estudiantes que se beneficiaron de estas metodologías mostraron un aumento sustancial en su motivación y compromiso con el aprendizaje, lo que sugiere que la participación activa en el proceso educativo puede ser clave para mantener el interés y la dedicación en las asignaturas.
Otro aspecto relevante es la percepción positiva de los estudiantes sobre las metodologías activas. Las encuestas indicaron que una alta proporción de los estudiantes valoraron positivamente estas estrategias, destacando su contribución a un aprendizaje más profundo y satisfactorio. Al involucrar a los estudiantes en actividades prácticas y colaborativas, se favorece no solo el aprendizaje cognitivo, sino también el desarrollo de habilidades sociales y de trabajo en equipo, que son esenciales en el contexto académico y profesional actual.
Sin embargo, es importante señalar que, a pesar de los resultados positivos, las metodologías activas también presentan ciertos desafíos. La implementación exitosa de estas estrategias requiere un cambio significativo en la planificación educativa y en la formación docente, ya que muchos educadores aún están acostumbrados a métodos tradicionales de enseñanza. Además, algunos estudiantes podrían necesitar tiempo para adaptarse a este enfoque más participativo.
Así lo indicaron algunos participantes en las entrevistas, quienes mencionaron sentir que la carga de trabajo en las metodologías activas podía ser más exigente. Por lo tanto, para garantizar el éxito de estas metodologías, es esencial proporcionar formación adecuada a los docentes y asegurarse de que los estudiantes reciban el apoyo necesario para navegar estos nuevos enfoques educativos.
Los resultados de esta investigación demuestran de manera contundente que las metodologías activas tienen un impacto positivo en el rendimiento académico de los estudiantes universitarios. La implementación de técnicas como el aprendizaje basado en proyectos y el trabajo colaborativo no solo favorece el desarrollo de habilidades cognitivas, sino que también mejora la motivación y satisfacción de los estudiantes con su proceso de aprendizaje.
Estos hallazgos coinciden con estudios previos que han resaltado la efectividad de un enfoque centrado en el estudiante para promover un aprendizaje más significativo y duradero. Así, las metodologías activas se presentan como una herramienta poderosa para transformar la educación superior y prepararnos para los retos del siglo XXI.
Además, los resultados sugieren que las metodologías activas no solo contribuyen al rendimiento académico, sino que también fomentan habilidades socioemocionales clave como el trabajo en equipo, la comunicación y la resolución de problemas. Estos aspectos son esenciales para la formación integral de los estudiantes, preparándolos no solo para obtener buenos resultados académicos, sino también para desenvolverse de manera efectiva en el ámbito profesional. Sin embargo, los beneficios observados dependen en gran medida de la correcta implementación de estas metodologías y de la disposición tanto de los docentes como de los estudiantes a adaptarse a nuevas formas de enseñanza y aprendizaje.
Por último, a pesar de los resultados positivos, es fundamental reconocer que la adopción de metodologías activas presenta desafíos, especialmente en cuanto a la capacitación docente y la adecuación de los recursos institucionales. Es necesario proporcionar a los educadores las herramientas y el apoyo necesarios para implementar estas estrategias de manera efectiva. Asimismo, los estudiantes deben recibir orientación sobre cómo aprovechar al máximo estas metodologías, garantizando una transición exitosa hacia un aprendizaje más interactivo y participativo. La implementación de estas estrategias debe ser un proceso gradual y reflexivo, para asegurar que sus beneficios sean sostenibles a largo plazo en el ámbito educativo.
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